El Sendero del Charco de la Boca comienza en el patio delantero del Centro de Visitantes de la Rocina. Tiene una longitud de unos 3,5 km y se desarrolla en varios trazos contiguos que le permitirán organizar el recorrido en función de sus intereses.
En un primer momento se aproxima a la choza rociera. A continuación el recorrido se dirige hacia la orilla del arroyo a través de un pinar bajo el que se extiende un tapiz de herbáceas. El pino piñonero es una especie cuya aparición en la zona está documentada desde el siglo XVIII y que hoy constituye uno de los paisajes identificativos de Doñana.
El primer observatorio se asoma al último tramo del arroyo en donde el cauce se vuelve ancho y somero. En las épocas en que la zona permanece inundada, un sinfín de aves puebla esta agua.
La Rocina es una zona de cría ideal para el Calamón común, Avetorrillo común o Cerceta pardilla, perto también es posible observar otras especies que frecuentan este medio como el Morito común, Garceta común, Garza real o Garza imperial entre otras.
A continuación el sendero se adentra en la Algaida del Carrizal, afluente del arroyo que se cubre de una abundante vegetación. La pasarela sortea sauces y carrizos ofreciendo una visión privilegiada de las zonas inundadas.
Esta segunda pasarela desemboca e un terreno llano y despejado, ocupado por el monte blanco, en el que los pinos van dejando paso a una cubierta de jaguarzo blanco acompañado de varias aromáticas como romero, cantueso o almoradux. En el entorno del arroyo el suelo es más húmedo y rico y la vegetación se diversifica apareciendo acebuche, coscoja, lentisco o palmito.
Al abandonar la pasarela el sendero evoluciona junto al caño, ofreciendo una visión panorámica de las diferentes formaciones vegetales que se suceden en sus orillas, desde los pinares más alejados hasta el manto de carrizos y eneas que ocupan el centro del cauce, pasando por alcornoques, helechales y saucedas, en gran diversidad de estratos, colores y formas.

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